Entre puente y puente

“Está permitido, en tiempo de peligro, andar con el diablo hasta haber atravesado el puente.” (Proverbio búlgaro)

Condenarro

Curioso me resulta que un puente sea objeto de una polémica que al parecer no permite la conexión necesaria entre un objetivo y otro. Es singular que un puente, palabra llena de simbolismos, el primario el de la unión, requiera una fianza para brindar confianza en que un consorcio del tamaño de Soriana pueda terminar con una obra civil nimia, para sus recur$o$, y por cuyo incumplimiento el costo podrían ser vidas humanas. ¿Un puente divisorio? ¿El vínculo entre ambos lados de la carretera se rompe por la incertidumbre en el cumplimiento de un proyecto?, ¿acaso la herramienta para hermanar responsabilidades civiles? ¿Subdelegación El Tezal con autoridad jurídica para negociar?

Hablando de puentes, en Los Cabos tenemos historia con ellos, al menos de 1993 en adelante, los de El Tule y Palmilla que los tiró, en ’93 una lluvia torrencial, apenas unos meses después de inaugurar la cuatro carriles; el paso de “Juiette” en 2001, repitió la historia; tenemos el puente 2015 en Leona Vicario y Constituyente, y cuya función aun es un dilema internacional, tal vez intergaláctico; ambos obras de gobierno, y tenemos también el puente de la playa Las Viudas, que más parece una fortificación gregaria que restringe el acceso a una playa, decir pública en México sería pleonasmo, peeero. Tenemos también la inexistencia de puentes peatonales para cruzar, sanamente, de un lado a otro de la Carretera Transpeninsular en su tramo CSL-SJC y viceversa, otros de retorno, aunque en éste caso ya algunos desarrolladores hicieron sus túneles, que favorecen, obvia decirlo, a sus huéspedes y/o condóminos. Los simples transeúntes seguimos esperando, desde hace ya al menos un lustro, el puente o paso a desnivel en, precisamente El Tezal, ahí, frente a dónde se exige la fianza, y el pobre constructor de esa nueva plaza, reparte responsabilidad económica a otros empresarios de la zona, y a la misma SCIT. El CCC se deslinda de toda responsabilidad, más se solidariza con que, los directamente involucrados, cumplan con los acuerdos.

El puente de comunicación y entendimiento no observa la firmeza del colgante más largo que está no muy lejos, cerca de El Tule; esperemos que no dejen colgado al Ayuntamiento y los simples peatones que ni seguro de vida por falta de fianza alcanzarían en un accidente ahí, donde ya ni banqueta hay. Y el simbolismo que surge del vocablo “puente” se va diseminando y se extiende a todo el municipio, no sólo a ese pequeño tramo, más muy importante por los intere$e$ alrededor existentes, pues el puente de confianza –sin fianza obligada- entre gobierno y ciudadano no sólo se cuartea, sino que presenta similitudes con el “Puente 2015” que más parece un galimatías arquitectónico que una obra inteligente para aligerar la circulación vehicular sin exponer, innecesariamente, vidas. Sin fianza.

Y no, como bien lo ha señalado la columna Tecla 7/6, no se trata del puente en particular, sino que involucra a todos los ciudadanos y visitantes que en algún momento circulamos por ahí, y por el resto de la ciudad y los suburbios, sin un orden vehicular, de movilidad, de infraestructura urbana mínima básica, infraestructura que, de existir, mínimo la fianza, podría disminuir el cúmulo de partículas orgánicas que flotan en el ambiente y, curiosamente, en gran parte vuela hacia El Tezal, el viento no paga fianzas…

Por Ley, los desarrolladores inmobiliarios deben cubrir una fianza que garantice el cumplimiento cabal de su plan maestro y contrarreste todo impacto negativo, sea ambiental, al entorno, social, urbano, al parecer esto no aplica para plazas comerciales a pie de carretera federal. La responsabilidad social de una empresa tampoco requiere fianza.

Así el show mi es-timada(o) lectora(or), esta analogía que parte sobre la necesidad de un puente para cruzar del otro lado, bien podría yo referirla a la necesidad humana de cruzar al otro lado de la precariedad suburbana en un destino turístico que se vende de “Grand Turismo” y lo que le sigue, y se encuentra con el simple hecho de que en lugar de puentes, cada quien debe tira su liana y columpiarse hasta el otro lado y cruzar ese torrente de hierro y combustible que corre en ese lecho pavimentado lleno de tiburones con prisa y arrastran a todo “pececillo” que se atreve a atravesarlo sin más que la imperante necesidad de llegar al otro lado.

Paso a reiterarme y retirarme esperando a que llegue el próximo puente oficial… ¡ah!, ya no existen los puentes oficiales, ahora son fines de semana largos. Tampoco es el caso que nos sintamos como en “Los puentes de Madison” y nos involucremos en una relación prohibida basada en puentes lastimeros, bellos, pero con alto riesgo, como la carretera en el tramo de El Tezal, me despido como un simple y pobre loco peligroso irreverente, irrelevante, irremediable pero irresistible y real prófugo de la injusticia de brindarle toda la confianza a una fianza sin respaldo bancario…

“Sin una creencia en la inmortalidad personal, la religión seguramente es como un arco que descansa sobre un pilar, como un puente que termina en un abismo”. (Max Müller)