¿Entre la noción de servicio público y el ser vicio público sin noción?
“Claro que lo entiendo. Incluso un niño de cinco años podría entenderlo. ¡Que me traigan un niño de cinco años!” (Groucho Marx)
Condenarro
Me resulta un tanto curioso, mi es_timada(o) lectora(or) todos los conceptos que pudiera encerrar el “servicio público”, una acción que todos, sin distinción, atestiguamos y somos objeto, y muchos, al mismo tiempo, lo ejercen a favor y otras incluso en contra de su esencia. Del servicio, no de quien lo ejecuta. La definición simple y conocida por la mayoría de los ciudadanos y usuarios de los mismos es: “Servicios públicos son todas aquellas actividades llevadas a cabo por los organismos del Estado o bajo el control y la regulación de este, cuyo objetivo es satisfacer las necesidades de una colectividad garantizando la igualdad entre los ciudadanos.”¹
Ahora, el origen del concepto y ejercicio viene del S.XVIII; llegó a México en 1812 con la Constitución de Cádiz y finalmente en nuestra Constitución de 1857 a efecto de la secularización de los bienes y servicios eclesiásticos con Gómez Farías en 1833. La regulación de éstos se practica bajo el Derecho Administrativo en relación a las atribuciones, funciones y servicios públicos. Aquí es donde concluyo que el servicio público no se reduce a los que vemos, requerimos y sentimos todos los días en un municipio, los obligados según el Art. 115 Const.: Agua potable, drenaje, alcantarillado, tratamiento y disposición de aguas residuales, alumbrado público, Limpia, recolección, traslado, tratamiento y disposición final de residuos, Mercados y centrales de abasto, panteones, rastro y calles, parques y jardines y su equipamiento, así como emitir Bandos de Policía y Buen Gobierno, reglamentos, circulares y disposiciones administrativas. También es referente de la eficacia y eficiencia de las instituciones y de quienes las operan, que en ningún momento dejan de ser ciudadanos. Nada personal, conste.
¿Pa ‘onde voy?, no lo tengo tan claro como el hecho de que los servicios públicos tienen como fin el trabajar, gestionar, atender, habilitar la mejor y óptima estrategia para que la ciudadanía en su conjunto pueda tener acceso constante a los servicios que señala la carta magna y en nuestro caso, estamos lejos de tenerlos, de utilizarlos, de beneficiarnos de ellos; si bien el ingreso de la administración vía impuestos, los que cada gobierno en su ámbito tenga y/o elabore y/o adecúe, según el caso y la necesidad específica. Técnica y teóricamente es una responsabilidad constitucional de los ayuntamientos. Para variar y la realidad urbana que enfrentamos diariamente en Los Cabos -dudo que sea una circunstancia privativa de Los Cabos- ratifica que la teoría y la práctica se llevan bien en paralelos distantes.
En teoría y con base al 115 constitucional, el Estado debe proveer de los servicios públicos a todos y cada uno de los ciudadanos por igual; para ello se han credo las instituciones (organismo o entidad que cumple una función de interés público), las que enfocarán recursos para cubrir las necesidades sociales en cada uno de los servicios multicitados. Todos y cada uno son derechos humanos -antes se indicaban como garantías individuales- constitucionales y, en particular el de acceso al agua es Derecho Humano reconocido por la ONU. Me detengo tantito porque tengo sed.
Ahora que tengo, si no más claro sí menos intrincado el concepto del servicio público y el como, cuando y donde, la disertación tiende al cómo, cuándo y dónde. Las instituciones son dirigidas por personas, algunos, digamos los de batalla, 8 horas cada 24, cinco días a la semana (hoy día), los de base pues. Los de confianza, mandos superiores, muchos eventualmente cambian de cargo y de área, pero ahí están, pa’lo que se necesite por un bien mayor. Los jefes, son elegibles para ser electos, algunos más selectos que otros. Cuando el superior inmediato se lo ordene y dónde el mandamás señale. Creí que el formato había caducado…, ahora lo hacen digital y twitteando y con asesoría IA (¿Ignorancia Asistida?).
Como ciudadano, quiero suponer que al igual que todas(os), esperamos que los funcionarios públicos, electos o designados por estos, apliquen conocimientos, experiencia y tiempo en dar cumplimiento a lo que ordenas las leyes, desde la Constitución hasta el reglamento municipal de aseo y limpia, por mencionar alguno no menos importante que el resto. Es una obligación adquirida, sea por conducto del voto -buscado por albedrío de quien se trate-, o por designación y aceptada; no hay coerción. ¡Somos una democracia! Para llegar ahí, en teoría, debieron contar con las habilidades y conocimientos respectivos, y es de suponerse que las campañas electorales funcionan como actualización de la circunstancia social vigente: Insuficiencia de todos y cada uno de los servicios públicos y de la noción de servicio público, por lo que se percibe en el día a día urbano. Circunstancia, valga la rebusnancia o redundancia si prefiere, circular; se convierte en un círculo vicioso desde el contexto de la necesidad de cubrir con los servicios públicos sin contar con los recursos, con la materia, adquiere la forma de ser vicio público. Cuarenta días sin agua corriente es muschingo.
En el intento de explicarme sólo el sentido del servicio público y del concepto académico y jurídico de “la noción de servicio público”, encontré entrewebs el Manual de Servicios Públicos Municipales 2022 del INAFED, si lo googlean lo pueden bajar, información interesante del como debiese ser. Tampoco se acerca mucho a la práctica toda esa teoría.
Por otra parte está el hecho de que quienes forman parte del servicio público, también forman parte de la ciudadanía que hace uso de los servicios públicos con las mismas deficiencias que el resto d ela ciudadanía. Concientes o no, es innegable que el ejercicio de las acciones que mitiguen paulatinamente, porque magos no hay, tal vez mages solamente, en tanto se regularizan los servicios, a priori el agua tal y como lo manda la ley, de calidad y suficiente, debe salir de las instituciones que operan tales ciudadanos.
Curioso también me parece qué, cuando surgen “crisis” sociales, como el desabasto de agua puede llegar a ser, pareciera que se crea una batalla entre quien debe abastecer y quien debe recibir, como si fueran enemigos, cuando la realidad son, incluso vecinos o hasta parientes; a veces pienso -pocas y mal- que, por costumbres añejas, el servicio público era sinónimo de poder, y el poder corrompe; cuando la realidad es que el servicio público es un trabajo necesario en una sociedad que generacionalmente es codependiente de este. Y sí, mes y medio sin agua es muschingo. Es hora de retirarme por una cubeta como un simple y pobre loco peligroso irreverente, irrelevante, irremediable pero irresistible y real prófugo de la injusticia que ser vicio público sin noción le representa a la noción de servicio público.
“ No hace falta un gobierno perfecto; se necesita uno que sea práctico.” (Aristóteles)