Por Califernia
Recuerdo a la pequeña Lucy, intrépida, fuerte, ocurrente, quien ahora luce vestida de madurez y las uñas pintadas.
Me supongo que todas las tías lindas tienen derecho a una sobrina así…
Sucedió en aquellos años, cuando ella sumaba los escasos 8 de edad, pidió permiso para ir a pasar la tarde con su prima Elizabeth, dos años mayor que ella.
Alborotadas porque a la primera le habían regalado un teléfono móvil de cumpleaños, uno de aquellos a los que terminamos denominando ‘’jaboncitos’’ por su forma, aunque ya con cámara, (no frontal), se pusieron a tomarle foto a cuanto se pudiera cuando de pronto, a la más mayorcita se le ocurrió una genial idea… grabar a un fantasma!.
Pero dónde, preguntó la pequeña Lucy…
Elizabeth, con una mayor sagacidad, le dijo, tu serás el fantasma Lucy, estallando en carcajadas.
Pues sin más tiempo que perder, se dispusieron a recrear la escena de su próxima fotografía, utilizando para ello, una gran playera blanca que puso sobre el breve cuerpo de Lucy, le soltó su gran cabellera negra y le pidió que inclinara un poco la cabeza.
Por increíble que parezca, la foto salió mejor que con efectos especiales; la pequeña Lucy parecía suspendida en el aire, y como la imagen se proyectara a blanco y negro, no lograban verse sus brazos ni pies detrás de Elizabeth que hacía las veces de una ‘’selfie’’, que tomando en cuenta que no tenía cámara frontal, la tuvo que disparar sin ver o centrar la imagen.
La imagen resultó por demás genial, y a las chicas se les ocurrió correr con el papá de una de ellas y decirle que ese fantasma se había colado en la imagen cuando se tomaba Elizabeth la fotografía. El padre quedó tan impactado, que a su vez corrió a mostrarle la imagen a un vecino, luego a los hermanos, sobrinos etc, cobrando la imagen gran notoriedad entre los locales que ya pedían la ‘foto del fantasma’ a través de infrarrojo, (era lo que había para pasar imágenes).
Incluso señores de edad, de gran conocimiento y experiencia quedaron impactados con la fotografía.
Hasta ahí el propósito de ‘asustar’ gente iba bastante bien, nada más que la cosa llegó a oídos y ojos de la tía Eladia, quien horrorizada ante la presencia de ese ente cerca de sus sobrinas, decidió ir hasta el lugar mismo de la toma para exorcizarlo. Aquella tarde se presentó con un sacerdote quien con oraciones y agua bendita ‘’expulsó’’ al fantasma al lugar de ‘’irás y no volverás’’.
La querida Lucy de corazón bonito no soportó más el remordimiento y con lágrimas en los ojos le confesó a su madre la ‘fechoría’. La fantasma no era fantasma, era ella misma despeinada y con una gran playera blanca del tío Baldo.
Su madre procedió a decir la verdad, a la familia sobre todo.
He de reconocer que en el fondo resultó decepcionante que una gran imagen, que logró convencer a todos, incluso trascender fronteras, y hasta un exorcismo, fuera una simple ocurrencia de un par de chiquillas sin quehacer.
Hasta aquí mi relato; éste fue de los ‘’de aquí’’, ya que un par de niñas pasadas de ‘’vivas’’ lograron aterrorizar a más de uno.