Sobre la estorbología profesional
“Es una ironía siniestra sembrar de obstáculos un camino para después tener el placer de señalizarlos.” (Pascual Palazzo)
Condenarro
Por acá de nuevo mi es_timada(o) lectora(or), dejaré a un lado mis trepanaciones cuánticas y otro debralle que estaba escribiendo, sólo porque en la mañana, cuando salí a la calle recordé algo que siempre está presente en mis proyectos profesionales con interés y objetivos sociales muy bien definidos. ¿Se ha preguntado cuantas veces al día se topa usted con un estorbo, un obstáculo ridículo que no debiese serlo? Uno mismo en muchas ocasiones resulta ser un estorbo para terceros, que repercute en un estorbo común. Estorbología aplicada a la cotidianeidad.
Vamos por partes, hay muchas pequeñas cosas que nos resultan estorbosas, desde la puerta abierta de la gaveta de la cocina con la que te tropiezas al salir de prisa cuando vas tarde, hasta la cuchara mal acomodada que no deja abrir el cajón para sacarla y ponerle azúcar al café. Una mañana tranquila, sin contratiempos extraordinarios. Aparece, ya para salir de casa, el bote de basura que quedó tumbado obstruyendo el portón y el perro de algún vecino, con su paseador, defecando junto al árbol parados en medio de la salida del auto. Pequeñeces; estorbos cotidianos al azar.
En camino a donde sea que se dirija, el semáforo descompuesto y nunca falta quien cree que su prisa es más importante o urgente que la del resto de los conductores en medio de un nudo vial; o quien en el semáforo de Soriana de Aguajitos siente que puede entrar al súper por la vuelta prohibida ¿Qué tanto es tantito?; el repartidor que, en cumplimiento con su noble labor, estaciona su camión en todo el estacionamiento de la tienda de conveniencia, bloqueando el área de peatones, pero “sólo cinco minutos”… que se convierte en media hora.
Existen otros al parecer menores, pero repercuten en el humor, como el pasillo del súper lleno de mercancía por acomodar, dejando un tipo de slalom para un rally de supermercado; o la terminal que se descompone exactamente a la hora de más movimiento y menos cajeras; quien se queda atendiendo su celular “al margen de la vía”, tapando una rampa y/o entrada a cochera, pegado como adicto al chuky; las banquetas estrechas con árboles en media vía, postes en las rampas para discapacitados; burocracia privada en bancos y otros trámites que, cumpliendo con los protocolos te amplían las dudas, te complican los problemas y te hacen cita pa’otro día porque terminó su jornada.
Ahora, permítome plantear el profesionalismo estorbológico social del que, sin duda yo formo parte y muy probablemente usted también mi es_timada(o) lectora(or): Los planes de gobierno; de desarrollo municipal, de desarrollo urbano, maestro de un megadesarrollo, plan de trabajo de un ayuntamiento que iniciará y su referencia con el que pasó y ¿en qué medida se cumplió? Seguro estoy que todos y cada uno de los funcionarios electos, así como los que serán nombrados y/o ratificados, tienen las mejores intenciones de cumplir cabalmente con su función, igual de quienes los precedieron y los que los precedieron y así hasta el primer Ayuntamiento. Todas esas buenas intenciones y el conocimiento acumulado en derredor de los problemas, todos los compartidos, de la ciudadanía siguen ahí, esos sí, cumplen con la función de obstaculizarnos nuestra calidad de vida comunal. Como estorbos institucionalizados.
Nuestra realidad nos muestra que la brecha social es evidente; sólo basta ver bien las diferencias en los asentamientos urbanos; desde Los Cangrejos hasta Meza Colorada, desde El Tezal hasta Cabo Fierro, desde Cerro Colorado hasta La Ballena, que decir desde Caribe Gastélum e invasiones vecinas hasta El Pedregal o Quvira… las vialidades, la infraestructura urbana pública y la de sus fraccionamientos exclusivos; el abasto de agua y desagüe residual. Funcionarios públicos van y vienen, muchos nunca se van, sólo son enrocados o heredando o traspasando cargos. A la par de ello, las carencias y diferencias se mantienen en sus justas dimensiones en el mismo rango. Pero ellos saben que y como hacerle para resolverlos… o sostenerlos, contrario al concepto de desarrollo sustentable, lo cual es inviable dada la calidad y cantidad del agua de abasto en Los Cabos y La Paz. Nuevo Ayuntamiento, nuevo Congreso del Estado, nueva Cámara Baja y nuevos Senadores… mismos planes, mismo incumplimiento… bien decía John Lennon que la vida es lo que pasa mientras hacemos otros planes.
El lenguaje hablado, corporal y gestual de nuestros funcionarios encargados en resolver, no perfeccionar los estorbos que nos agobian es más claro que cualesquier retórica florida o demagogia bien articulada. Por supuesto que el presupuesto siempre será un gran aliado, pues nunca será suficiente ni siquiera para resolver los rezagos.
Así la cuestión mi es_timada(o) lectora(or), el cúmulo de ideas se estorban unas a otras antes de llegar al teclado, todas tienen la misma jerarquía, ninguna tiene derecho de antigüedad ni se evalúan sus alcances, pues el fin es el mismo para todas… y tal vez también su origen; ante la claridad del estorbo natural humano y urbano, paso a retirarme y reiterarme como un simple y pobre loco peligroso irreverente, irrelevante, irremediable pero irresistible y real prófugo de la injusticia que cualquier estorbo le pueda significar a responder un WattsApp…
“La libertad dijo un día a la ley: ‘Tú me estorbas’. La ley respondió a la libertad: ‘Yo te guardo’.” (Pitágoras)