Por Califernia

Qué ganas de subestimar al ciudadano, sí, a ese ciudadano que se parte la madre trabajando, usando todos sus sentidos en la labor que realiza en cualquier ámbito del municipio, y no me refiero al municipio como instancia de gobierno, sino como extensión territorial. Los jornaleros, las camaristas, los y las cociner@s, las amas de casa y los padres de familia; todos son gente inteligente, que razona sus acciones y hace juicio de las de otros.

Pero porqué carambas agarran las redes como ‘’torres de resortera’’; ahora el ex síndico Alejandro Fernández reclama tremenda cifra (+ de 270 mdp); pero, si de verdad le preocupa la ‘’desaparición’’ de esos 270 mdp que dejó la anterior administración en manos del actual alcalde, ya hubiera pedido cuentas, visitar el portal de transparencia, y en vez de tirar pedradas desde las redes, debería dar información con los pelos de la burra en la mano, o cuál es el plan?, tirar la piedra y esconder la resortera?; 270 mdp no son cualquier cifra. (aparte que no olvidamos cómo quedó el pueblo después de ‘Olaf’, no barrieron la casa antes de irse).

Esta no es una nota a modo, con ventaja o desventaja para nadie, pero, en primera, qué reclama David Faitelson de Los Cabos si cualquiera en el país sabe que somos por mucho uno de los municipios más boyantes, pero con triste rezago no de un año, sino de muchos; que alguien le diga que no hay dineros que alcancen para subsanar tanta carencia en cualquiera de los rincones de este bello país; no se vale reclamar sin decir, yo estoy dispuesto a apoyar con esto, cómo mejoramos tal o cual necesidad de los hermanos cabeños, digo, si tanto aprecia este destino y a nuestra gente.

En cuanto al Alcalde, aunque lanza su aclaratoria de los 270 mdp de la misma manera que el resorterazo de Alejandro Fernández (ex síndico) vía redes, contesta con sobrada diplomacia a Faitelson, y reconoce las condiciones lamentables que a pesar de sus esfuerzos prevalecen en la demarcación; aquí la ventaja es que no se enoja (porque el que se enoja, pierde). Y en realidad al ciudadano bien ocupado no le importa cuantos cafés se beba el alcalde, siempre y cuando no suelte el asunto de la desaladora ni le afloje a la limpieza de calles y colonias.