Eclipse BCS

Los Cabos.- Durante la madrugada para amanecer el domingo, 3 jóvenes que regresaban de una fiesta a bordo de una camioneta fueron balaceados por policías estatales, ante la huida que emprendían atemorizados por la persecución al haberse pasado un semáforo en rojo; al hacer caso omiso al llamado de orillarse, los elementos descargaron sus escopetas causando daños considerables a la unidad, así como poner en grave riesgo a los tripulantes. Además, según relatos de los familiares que acudieron al llamado de los jóvenes, una vez lograda la detención de éstos, los jóvenes fueron llevados a un sitio donde recibieron una golpiza, para luego trasladarlos a la cárcel pública.

Hasta aquí la crónica de los hechos nos marca un alto para analizar la irresponsabilidad por parte de ambos lados; en primer lugar la orientación que como padres debemos dar a nuestros jóvenes hijos a la hora de soltarles un carro, de siempre atender al llamado policial con respeto, amén del consumo moderado de bebidas, la prudencia en la velocidad etc. Y luego como autoridades, como la parte obligada y pagada para brindar seguridad a la sociedad, actuar con toda la prudencia, pues no siempre quien va recio o se pasa un semáforo es un delincuente, la mayor parte de las veces es un ciudadano sin cultura vial, es alguien que vio la oportunidad ante el poco tráfico, lo que claramente no justifica el hacerlo, pero tampoco es como la oportunidad de los policías para practicar ‘’tiro al blanco’’ con el vehículo en movimiento.

Esto nos plantea la constante necesidad de llevar, precisamente la CULTURA VIAL a las instituciones, a jóvenes que ya cuentan con un permiso para conducir, remarcar el compromiso moral al momento de conducir una unidad motora y los riesgos de infringir la ley, así también de las autoridades eliminar ese ‘acedo’ concepto de ‘’educar’’ a golpes a quien infringió la ley, y dejar en manos del médico legista, del sicólogo y sobre todo del juez establecer el castigo y multa que merecen los hechos, porque si no, los infractores se multiplican, haciendo alusión al viejo y sabio dicho, ‘’tanto peca el que mata la vaca, como el que le detiene la pata’’.