‘’La Viudita’’

Por Cecilia 8a

Así le apodaron toda su vida aunque era mujer casada, pues resulta que en sus primeras nupcias, luego del matrimonio por la iglesia, en el mero convivio le mataron al marido, y aunque a los tres años volvió a casarse, el apodo de ‘’la Viudita’’ la acompañó hasta el fin de sus días.

Cómo la recuerdo, sus manos eran tan grandes que yo estaba seguro que Dios se las había dado así porque tenían cierto poder; en una de ellas cargaba siempre el rosario y entre los dientes un cigarro; despepitaba oraciones y rezos mientras corría al gato con maldiciones de la cocina para que no se bebiera la leche, y a las urracas del arbolón para que no le picaran la masa que aprevenía para las tortillas.

Curaba al que llegara, de la edad que fuera y de la enfermedad que tuviera; tampoco importaba si venía maloliente y desaseado, y jamás cobró ni medio centavo o aceptó limosna o caridad por remediar males.

Recuerdo cuando le trajeron a una niñita, parecía una hilacha, y aunque la mamá aseguró que tenía 7 años, yo juraba que apenas andaba en los 3; la Viudita la agarró como si fuera un gato, le dio vueltas en sus manos como si le buscara algo, se sacó el cigarro de los labios para acercar su cara a la pequeña como para olerla, y de repente la volteó cabeza abajo y le palmeó las plantas de los pies, tan fuerte que yo creí que me desmayaría de la impresión. Luego la acomodó, la acarició con sus manos roñosas de tanto trabajar, le acomodó el cabello y la chiquilla, aunque no lo crean, se le abrazó y se quedó quietecita; luego supe que se llamaba Julia, y creció sana y muy bonita; visitaba a la Viudita de cuando en cuando y le traía algo de fruta como gratitud de salvarla de la muerte, que según le dijo su madre, ya la traía como sombra.

Otro caso que no olvido es el de un muchacho del mismo barrio, se llamaba Toribio, de mi edad más o menos; de ser compañeros de juegos, de repente empezó a padecer locura, como si lo poseyera algo o alguien, decía cosas que nadie entendía, se lastimaba, y ni a sus padres reconocía; a veces salía corriendo y todos los chamacos, o sea sus hermanos y amigos, yo entre ellos, detrás de él, de pendiente que se arrojara al río.

Recuerdo cuando partieron a la ciudad de México en una corrida de autobús, lo llevaban bien cambiado pero amarrado con una correa de los brazos porque de repente salía corriendo y ni quien lo alcanzara. Fueron y vinieron y Toribio igual, el médico que lo vio les dijo que era esquizofrenia y que viviría con eso toda su vida.

Todos conocíamos el caso, también la Viudita, así que cuando supo de su regreso y lo que les habían dicho, mandó decir a sus padres que se lo trajeran; a no haber más que perder se lo llevaron; e igual que con la chiquilla, aunque se sacó el cigarro jamás soltó el rosario, rezó, el muchacho en un principio se resistió, pero luego se fue quedando quietecito; la Viudita le acercó la cara, como si le oliera la cabeza, se la masajeó y simplemente le dijo, “ya tas güeno muchacho’’.

Los papás de Toribio se fueron con su muchacho incrédulos, sin mucha esperanza; la Viudita se quedó rezando el rosario y apagó su cigarro con el pie.

Jamás de los jamases Toribio volvió a experimentar la locura y el tiempo convenció a sus padres; Toribio se casó y tuvo familia; fue caporal de ‘’Los Limones’’ mucho tiempo, ya después no supe más de él, seguro emigró con su familia pal norte.

Un día le pregunté a la Viudita porqué les acercaba la cara a los enfermos, y si no le daba miedo contagiarse, a lo que me contestó, – ‘’esos males no se contagian, son espíritus o a veces demonios que rondan a los descuidados, o mal cuidados, les disgusta mi aliento a cigarro porque en realidad lleva aroma de rezo y casi con eso salen, hasta los veo, por eso les digo a los pacientitos con seguridad que están sanos, aunque más bien es libres’’.

Ya estoy viejo y me doy cuenta que Dios no nos deja solos, fue su promesa, y así como hay médicos extraordinarios también hay manos pobres que curan, como las de la Viudita, cosas que Dios hace a su parecer seguramente.

 – Luego te contaré más anécdotas de estas porque recuerdo varias, pero ahorita ya es noche y se me cierran los ojos de sueño.