Por Cecy 8a
En la religión católica, la contemplación de las imágenes sagradas ayuda a la oración y su función principal es introducir a las personas al misterio de Cristo; son un puente entre lo terrenal y lo divino. Para la Iglesia católica, la Virgen María es Madre de Dios.
Bajo este contexto, contaré la experiencia de Jaime, un maquinista que labora en Los Cabos, y que viaja constantemente al Valle de Santo Domingo a visitar a sus padres.
Jaime cuenta que tiene por costumbre visitar una pequeña capilla en la carretera Transpeninsular, que está después de Las Pocitas y antes de Santa Rita, en la curva; siempre, en su camino de ida y de vuelta, él se detiene a rendirle honores a la Morenita.
En una de sus constantes visitas al Valle, consideró que era un poco tarde para detenerse, así que decidió no hacerlo y seguir simplemente su camino; jamás imaginó el celo que por faltar a su visita le haría sentir la santa, pues kilómetros adelante, la máquina del carro que conducía se detuvo ocupando remolque de grúa para acercarlo al pueblo más cercano.
Jaime arregló su carro, y cuando venía de regreso llegó a orar y a pedir perdón por faltar a su promesa de visitar a la Virgencita del camino; y fue estando ahí que conmovido vio algo que le causó una molestia infinita, siendo el mismo ranchero que vive en la cercanía de la capilla quien le contara los hechos.
Resulta que cuando Jaime se hincó a orar, alcanzó a ver dos pequeños agujeros, uno justo en el pecho de la Virgen y otro más a un ladito, conmocionándole el atrevimiento de quien hizo aquello. El ranchero le contó que dos amigos venían del ‘norte’, y uno, el copiloto, le pidió al chofer amigo suyo, se detuviera para dar gracias a la Virgen por el viaje y por permitirles volver a casa, negándose el último a hacerlo, ante lo cual el copiloto le exigió se detuviera alegando que si se negaba, no lo volvería a acompañar, viéndose precisado el chofer a detenerse para que su amigo bajara a dar gracias a la venerable; fue estando ahí, de rodillas orando, cuando a su amigo se le ocurrió una muy mala idea, sacó una pistola de la guantera y decidió jugarle una broma disparándole a la Virgencita, dejando como muestra los impactos de bala en la imagen; el susto y el enojo del copiloto no se hicieron esperar, levantándose y subiendo a la unidad tremendamente perturbado por la actitud de su amigo.
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El chofer no paraba de reir, le decía que era una broma, que al cabo ‘la mona’ ni sintió nada, que no fuera exagerado; arrancó la unidad y en un hecho casi inentendible, un kilómetro adelante el carro se desgobernó para volcar sobre el lado del chofer quien murió al instante; el copiloto no sufrió ni el más leve rasguño.
Jaime y tantos otros que han escuchado la historia quedan impresionados; hay quienes lo toman como una mala coincidencia, hay otros que lo atribuyen a una falta de respeto, y en fin, hay quienes simplemente se ríen; usted qué piensa?