Sobre la gravedad de la gravitación política

“Un dilema es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez”. (John A. Lincoln)

Condenarro                                               

“La política es una actividad orientada en forma ideológica a la toma de decisiones de un grupo para alcanzar ciertos objetivos. También puede definirse como una manera de ejercer el poder con la intención de resolver o minimizar el choque entre los intereses encontrados que se producen dentro de una sociedad” dicta una definición de la palabra política*. Su raíz etimológica parte de “polis” y se refiere al pueblo en su entorno cívico (orden social). La circunstancia sociopolítica actual, al menos la de México y por ende de todos y cada uno de sus municipios y pueblos originarios, dista mucho de lo que los antiguos y no tanto, políticos entendían, comprendían o interpretaban y, tal vez, intentaron ejercer. La sui géneris gravitación política en México, creo yo, es tan sólo una de sus consecuencias.

En cuanto a la gravitación política, ésta, de acuerdo a la IA (ChatGPT), se refiere a la manera en que diferentes fuerzas políticas interactúan y ejercen influencia dentro de un sistema político y expone algunos elementos que nos pueden ayudar a entenderla: Dinámicas de poder, actores relevantes; Instituciones políticas, relacionadas y/o vinculadas al gobierno; Ideologías y valores, alianzas, convenios; Cultura política, participación e información ciudadana; Contexto histórico y socioeconómico, circunstancia socioeconómica actual; y Medios de comunicación y tecnologías, herramientas y uso, tendencias.

A escasa una semana y media para que llegue el día del sufragio, sería interesante cual es el porcentaje de los votantes que en realidad se han tomado su tiempo para leer por lo menos, los planes de trabajo, lo proyectos de gobierno de las dos candidatas y del candidato a la presidencia nacional, o, mejor dicho, a encabezar el poder ejecutivo de la administración pública federal 2024-30. Me encantaría decir que al menos un 50%, mas, en honor a la verdad, dudo que llegue al 10%, e incluso podría aventurarme y especular que no más del 25% de toda(o)s y cada una(o) de sus colaboradores y ayudantes en el desarrollo de su marketing urbano, donde lo humano no está a disposición. Por otra parte, estoy casi completamente seguro que, si acaso –siendo generoso-, un 5% de los votantes en el ámbito nacional, no tienen conocimiento de todo lo malo, las tranzas, cuchupos, coimes, sobornos, manipulación de recursos (humanos, logísticos y económicos) propios y ajenos de toda(o)s y cada una(o) de los militantes y/o sólo contratados de cada equipo de cada candidato. Los tres debates “telenviciados” lograron lo que yo digo el mejor trabajo desde la burocracia: toda duda me la ampliaron y cualquier problema ya me lo complicaron, o, que no es lo mismo ni es igual, hicieron de lo fácil algo difícil por conducto de lo inútil.

No hay forma que pudiese yo decir que administrar y dirigir toda la operación antrópica de una nación sea una simplicidad. Por el contrario, debe ser mucho muy complicado y resulta aún peor, cuando son más de 126 millones de mexicanos (INEGI 2020) los que componen y descomponen dicha nación, bajo la tutela, léase la paradoja, de una democracia concentrada en la imagen de una persona. ¡Vaya embudo! La percepción que eso me genera, partiendo de una vorágine incuantificable de información a medias, falsa, modificada o verídica, sin tener los elementos básicos para discernir a cuál nos enfrentamos a cada paso del proceso electoral, la unificación de criterios en el bien mayor, que técnicamente es el que todos buscamos mediante la democracia, resulta no sólo imposible, sino impensable. Difícil contradecirme solo cuando me veo en el mismo entuerto sociopolítico de todos y cada uno de los electores, y, me gusta imaginarlo, la(o)s candidata(o)s misma(o)s, que no dejan de ser ciudadana(o)s y electores. Del Tata ni hablamos. Él jamás estará confundido… ni titubeante.

Hoy por hoy y a semana y media del día de la votación, tengo la certeza de que la mayoría del electorado está lleno de dudas, y muchas deudas, me queda más que claro que existen muy oscuras intenciones en ambos equipos de las protagonistas, que al final del día una de ellas será electa. Al término de la temporada electoral, habrá culminado la primera etapa de las campañas que se tejieron en todas y cada una de las redes sociales, en las que ya no se sabe, en éste renglón sociopolítico, como clasificar el aluvión informativo digital; vendrán las “voces influencers” de ambos bandos a convencernos de que son unos idiotas, corruptos mentirosos los adversarios, nomás por si acaso se nos habían acabado las dudas y ya confiábamos en la civilidad colectiva.

Mi sugerencia es acudir a votar. La gravitación sociopolítica no terminará el 2 de junio ni en octubre, independiente_miente del resultado final tanto aritmético como social de la jornada; la pregunta que me hago, y la dejo aquí, “porsialguien”. ¿Cuál cambio en la sociedad sería en realidad el que nos beneficie? Es un hecho que la cotidianidad, el ordinario vivir de la ciudadanía no va a observar cambio repentino alguno, y si se da, será paulatino. Me intriga saber si los que se dedican a crear confusión donde quienes controlen crean necesario cambiarán estrategias o seguirán con la misma; de alguna manera ya es una industria digital.

Por quien votar es asunto individual, la reacción colectiva depende de la decisión individual. Ahora que lo genial, digo yo, fuese que la colectividad tomara conciencia de que somos democráticos y como tales podemos y debemos participar, mínimo apoyando los logros y aciertos y exigiendo la solución pronta a los yerros; en lo que son peras o manzanas, yo me retiro y reitero como un pobre loco peligroso irreverente, irrelevante, irremediable pero irresistible y real prófugo de la injusticia de una gravitación política fuera de órbita.

“El pueblo hace memes de los políticos, pero son los políticos los que se siguen riendo del pueblo”. (René, Calle 13)

*https://definicion.de/politica/